Recientemente pasaron por nuestro sistema solar ondas de choque a través del espacio-tiempo de la mayor explosión intergaláctica jamás registrada desde el Big Bang.

The subject of this NASA/ESA Hubble Space Telescope image is known as NGC 3597, and is the product of a collision between two galaxies.

En una fracción de segundo, se liberó al universo una cantidad de energía equivalente a un cuatrillón de bombas atómicas en forma de ondas gravitacionales. Viajando a la velocidad de la luz, sólo llegaron a la Tierra siete mil millones de años después de la detonación.

Las ondas de choque fueron descubiertas por los detectores de ondas gravitacionales LIGO en los EE. UU. y VIRGO en Italia. Los investigadores concluyeron que el cataclismo fue el resultado de una fusión galáctica, quizás el evento más dramático en el espacio, cuando dos agujeros negros se encuentran atrapados en la órbita del otro antes de entrar en espiral entre sí.

Especulando para National Geographic, el astrónomo de Caltech Matthew Graham lo describió como “probablemente la explosión más grande que jamás hayamos conocido en el universo”, mientras que su colega universitario Alan Weinstein comentó a The Guardian que el evento de 0.10 segundos simplemente “suena como un ruido sordo” y que “realmente no suena mucho en un altavoz”.

Ni muy frío ni muy caliente, justo

Las fusiones galácticas son eventos conocidos y registrados, pero los modelos científicos sugieren que este creó un objeto interestelar previamente desconocido: un agujero negro 142 veces la masa de nuestro sol. Anteriormente se desconocía porque los agujeros negros se registran como unas pocas veces más grandes que nuestro sol, o millones y quizás incluso miles de millones de veces más grandes que nuestro sol, alrededor del cual giran galaxias enteras.

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La figura de la explosión reciente se encuentra en un lugar donde la astrofísica tradicional dice que no debería estarlo, según los mecanismos entendidos por los cuales una estrella se convierte en un agujero negro o en una supernova.

A medida que la gravedad comprime la masa de una estrella hacia adentro, la luz que genera la empuja hacia afuera, creando un delicado acto de equilibrio.

Los cambios en la cantidad de positrones y electrones pueden provocar una caída de presión dentro de la estrella, lo que hace que se comprima más y se caliente. A medida que este resultado se repita con el tiempo, una supernova de inestabilidad de par disparará la materia de la estrella hacia afuera, evitando su colapso en un agujero negro.

Continuando con la cobertura del evento monumental dentro de la comunidad astrofísica, Nat Geo entrevistó al miembro del equipo de LIGO, Christopher Berry, quien señaló cómo la explosión reciente y la posterior fusión del agujero negro es imposible dentro de los modelos actuales.

“Esto es impactante, porque es donde esperamos que los agujeros negros no existan”, dice. “Es justo en el rango que esperarías de inestabilidad de pares”.

Además de establecer el récord de mayor explosión desde “Big”, la reciente fusión-explosión ha abierto una vía de investigación completamente nueva para los objetos infinitamente densos e infinitamente curiosos.

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– Traducido al español por Aletheia Jurado

 

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